Chino apareció una tarde de invierno. Tenía sarna, estaba muy flaco y traía una tristeza muy grande en sus ojos. Le consiguieron una capita y a cambio de cuidados, atención y alimento se quedó en ese lugar.

Cuando lo vimos lo llevamos a un transitorio para empezar la recuperación que necesitaba para curar sus heridas del cuerpo pero principalmente la del alma. De a poquito volvió a confiar, el amor le hizo olvidar todos esos días que habían quedado atrás.

Luego comenzamos la búsqueda de ese hogar, de esa familia deseada y anhelada

Luego de varios mensajes, recibimos el adecuado, el indicado, el esperado.

Hoy vive en Piriápolis con sus hermanos perrunos y su familia humana. Gracias una vez más a quienes lo adoptaron, gracias por devolverle la dignidad y darle tanto cariño.

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